Estamos Preparados a la muerte?
La muerte nos acompaña, nos persigue, nos obsesiona. Es nuestra eterna compañera. No podemos escapar a ella y no solo porque nos llegará el momento, sino por todas las personas que vemos morir cada día y también, con toda posibilidad, las que mueren para que nosotros vivamos mejor. Obviamente, a la mayor parte de nosotros nos es indiferente la muerte de la mayor parte de las personas. Normalmente no pensamos en ella, hasta que ya es demasiado tarde. Esta es la idea que quiero transmitir; que no solo hay que aceptarla y asumirla, sino vivir con ella y tenerla siempre presente. Mucho se ha escrito y muchos tópicos se han creado en torno a ella. Cosas como que hay que vivir la vida como si fuera nuestro último día, porque no sabemos lo que nos puede pasar. Eso es bastante cierto y también hay que tenerlo en cuenta. Pero creo que hay algo que nos afecta más que la propia muerte y es la de nuestros seres más queridos. Mediante el simple argumento de que si pasara algo no me lo perdonaría nunca. Parece una estupidez, pero visualizar que puedes perder a alguien muy querido, habiéndote separado por cuestiones de mero orgullo o independencia, te hace sentir estúpido y te quita el mal trago de vivirlo de forma directa. La muerte es necesaria para recordarnos todas las cosas importantes que tenemos en nuestras vidas y recordar que puede llegar a cada momento, nos hace mucho más fácil perdonar, olvidar, darnos cuenta de las estupideces que nos obsesionan y nos hacen desperdiciar nuestras vidas, pero especialmente nos recuerda su presencia, lo tremendamente importantes que son determinadas personas para nosotros y como creemos que no podríamos vivir sin ellas.Hay un siguiente nivel en tener presente la muerte y es aceptarla. Aceptar que muchas de nuestras personas más queridas morirán algún día, y otras sin esperárnoslo. Pero no sólo eso. Cada día que vivimos algo muere en nosotros. Vamos perdiendo progresivamente la fe ciega en muchas cosas. Mueren las amistades, mueren los amores, mueren las esperanzas y mueren los deseos. Mueren millones de cosas, cada día, poco a poco y muchas veces de forma imperceptible. De algún modo todas esas muertes nos transforman, nos vuelven más indiferentes, más cínicos ante todo. Esa muerte puede crear personas amargadas que ya no creen en nada y a quienes todo da igual. Pero existe la superación de uno mismo mediante la muerte…Muchas veces recuerdo con nostalgia mi infancia o mi actual adolescencia. La época de las emociones fuertes y las ilusiones de la amistad y el amor. Uno mira atrás y piensa en todo lo que se ha perdido, a pesar de que renunció a ello por alguna razón en concreto y no solo por la mera inercia. En cierto sentido parece haber muerto algo, parecen haber muerto muchas cosas. Las mil frustraciones que se van acumulando con el paso de los años, que se quedan clavadas en el corazón pensando que la vida es un asco y que nada vale la pena.Yo misma pienso muchas veces que ya no me importa morir, puesto que ya he creído vivirlo todo. La amistad, el amor, las emociones fuertes, mil juergas, viajes, libros, canciones, muchas personas conocidas, y otras muchas anécdotas vividas. A veces parece que ya no hay mucho más por ver o por vivir, que todo lo pasado fue mejor, quizás porque éramos de espíritu más abierto y todo nos parecía divertido y bonito.
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